martes, 27 de febrero de 2018

ESPERPENTOS DIARIOS. 23. La eterna picaresca española

Pillería de algunos menús

Algunos restaurantes de calidad media-alta, han echado mano de los menús para acaparar comensales a diario. Es lógico elegir un menú atractivo por un precio discreto. Eso exactamente es lo que me ocurrió hace unos días. Un grupo de cinco personas nos animamos a ir a comer a un local céntrico, con buena reputación. 
El menú constaba de dos entrantes, un segundo plato, postre y una bebida. Para el segundo plato podíamos elegir entre carne o pescado. Elegimos pescado, concretamente “lubina al horno” y nos sorprendió el contenido del plato. Constaba de tres piezas colocadas sobre tiras de pimientos crudos, dos medias cabezas, cortadas por la línea en la que la pescadería las tira a la basura o las ofrece para hacer una sopa; la tercera pieza era media cola que constaba de la aleta propiamente dicha y dos o tres centímetros de carne. Había desaparecido toda la parte central de la media lubina.
Pedimos explicaciones y se nos respondió que no nos quejáramos porque no nos habían dado media lubina sino ¡¡tres cuartos de la misma!! No lo podíamos creer. ¿Nos estaban tomando el pelo? Y cuando nos dimos por ofendidos, el responsable de sala explicó que ya había hablado con el cocinero, que había más personas que se habían quejado de lo mismo y que lo sentía mucho.
Como compensación nos invitó a pasar otro día para invitarnos a una caña y una tapa ¿Pueden creerlo? Hubiéramos esperado otra cosa, algo como por ejemplo "Enseguida les traigo un plato con los lomos que faltan, cuánto siento la equivocación" o algo similar.
Declinamos la invitación y desde luego nos borramos como clientes de semejantes pillos. Lo que más me molesta de estos tipos es que consideren que el cliente es imbécil y no solo quieren engañarle sino que aportan disparatados y absurdos argumentos para defenderse de su sinvergonzonería. En esos momentos solo dan ganas de darles un puñetazo en los morros. He dicho.