domingo, 30 de julio de 2017

Hombres desnudos de Alicia Giménez Bartlett

Pobres hombres desnudos de voluntad propia, hoy siempre embarcados en gestas que el mundo ha creado para ellos!" (p. 282)
Otra novela que trata sobre las convulsas relaciones entre mujeres de cincuenta y tantos o sesenta años, que inician una extraña relación con “Chicos de alterne”, treintañeros, que se desnudan por dinero, para sobrevivir, “acompañantes, “prostitutos” como se denominan a sí mismos con insistencia.
Es una novela ligera, de verano, Premio Planeta 2015. Aunque es entretenida, resulta muy repetitiva, una y otra vez los encuentros entre dos personajes, Irene y Javier, ajenos a la situación a la que la vida los ha empujado, casi extravagantes, en torno a los cuales gira la novela. Las situaciones que al comienzo despiertan una sonrisa, se van tornando desasosegantes porque más que escenas eróticas, la novela describe y analiza sentimientos. El idealismo de los personajes los va devorando sin esperanzas, en un vaivén, según discurre la trama, que acelera y frena su desencanto, repetitivamente. Están desorientados. Proceden de una relación rota y no acaban de saber cómo reconstruir sus vidas.                       
Hay sin embargo, un par de cosas interesantes. La primera es el increíble e inesperado giro del desenlace, que deja al lector perplejo, literalmente con los ojos redondos y la boca abierta de par en par. Ya se preveía desde las primeras páginas que el irremediable destino iba a reunir a los dos personajes principales. Lo que era inimaginable era el modo en que iba a suceder.
La segunda es el constante cambio de voz narrativa. Entre los diálogos se van intercalando los pensamientos de cada personaje, en primera persona, en cada momento concreto de la historia. No hay, pues, un narrador omnisciente que describa a los personajes o valore las situaciones sino múltiples voces, tantas como personajes, que abren su corazón y desgranan sus pensamientos para el lector. 
Es una entretenida novela que retrata una actividad masculina escasamente tratada: el estriptis y la prostitución. La original película The Full Monty con sus personajes corrientes que hacen estriptis, abrió una puerta que raramente ha seguido la literatura. Hombres desnudos (de Alicia Giménez Bartlett) y La carne (de Rosa Montero) dan un paso más allá, el de la relación con hombres que cobran por su compañía, entretenimiento, sexo, etc., y todo lo que demande la mujer que paga sus servicios. Es el retrato de unas vidas desmanteladas por la crisis,  que induce a ellos a sobrevivir como “chicos de alterne”, una vía de escape, y ofrece a ellas un modo fácil de paliar los efectos de la soledad no elegida.

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