jueves, 12 de marzo de 2015

Blitz de David Trueba

Blitz  es el título de la última novela de David Trueba. Leemos en la contraportada que el significado “Blitz” es “relámpago”, con cuyo significado asocia el autor el giro que da la vida y los ideales del protagonista, como un relámpago. La cita de Emily Dickinson con que ilustra la página que precede a la novela, redunda en la intención del título. Dice así su traducción: “Así como el Relámpago a los Niños explicamos / con esmerada delicadeza, / la Verdad debe deslumbrar poco a poco / o a todo hombre dejará ciego”.
El sentido del nombre se completa al final de la novela, que no voy a desvelar.
A partir de esta entrada, acompañamos al protagonista en su peripecia. Es un arquitecto de treinta años, que acude a un Congreso en Munich para presentar un original proyecto paisajista: la construcción de un original parque para adultos, que contiene un bosque de relojes de arena del tamaño de un hombre, que al girarlos regalan tres minutos de un tiempo de abstracción, tres minutos   “para sentarse a mirar el tiempo pasar”.
Tres minutos son mucho tiempo. Contaba el autor en la presentación de la novela cómo el dentista le sugirió que comprara a su hijo un reloj de arena para que se demorase ese tiempo cepillando sus dientes. Le costó encontrar uno porque “¿dónde va uno a comprar un reloj de arena? ¿dónde los venden?”- se preguntaba David Trueba. Llegó con él a casa y lo puso a disposición de la higiene dental del niño. La criatura, casi sangrando, pidió al padre permiso para dejar de cepillarse antes de que la arena acabara de caer. Realmente, según en qué ocasiones, tres minutos se hacen eternos.
El paso del tiempo es clave para la larga narración del joven arquitecto quien, recién rota de manera inesperada y sorpresiva su relación de pareja, naufraga en brazos de una mujer jubilada que colabora como voluntaria en el congreso de paisajismo, una mujer sobre cuyo cuerpo el paso del tiempo ha dejado huella. Esa es la parte más cruda de la novela. El autor parece ensañarse con la descripción del rechazo que siente el protagonista ante la presencia de un cuerpo ajado, aun cuando sienta una explícita atracción sexual que facilita el alcohol y el desafío de aplacar su rabia por su recién estrenada soltería.  Más que hablar del  cuerpo de ella, que no obstante retrata con adjetivos propios del “feísmo”, se detiene en la sensación que a él le produce, cuando acaricia “sus muslos destensados” (p. 68),  cuando besa la “rugosidad encima de sus labios”. Lo más impactante es el uso de las expresiones que definen lo que siente: “sentirla cerca… se me hacía fangoso” (p. 68), “La presencia sexual era toda incómoda y sucia” (p. 68), hundido, deprimido y roto (p. 74), me cayó encima una oleada de vergüenza (p. 75), “me convertí durante unos minutos, antes de volverme a dormir, en una máquina de fabricar desprecio” (p. 76), soy un ser patético” (p. 76). La mujer admite lo que el joven rehuye: "La vejez es un horror, no te olvides de que la degradación nos da miedo " (p.117)
El tiempo, el amor y sus variables, el paisajismo, la desestructurada vida profesional, la inestabilidad de la vida familiar, son todas las preocupaciones existenciales y sociales que jalonan la historia narrada.
Los capítulos hacen referencia a los doce meses del año. En Enero comienza la historia en Munich, en Diciembre, la vida del protagonista ha dado más de un giro y aun le espera el sorprendente giro final. No son todos los meses igual de densos. Enero y Diciembre son el soporte de la historia. Los meses intermedios pasan sin pena ni gloria, como un procedimiento que afianza el paso irremediable del tiempo y que son necesarios para el desarrollo de la trama. 
Filmoteca de Albacete. 23 febrero 2015.

1 comentario:

Arte en Madrid. Tíltide dijo...

Hola,Nani. Qué interesante comentario, no sé si el libro...
Me encantó hablar contigo la semana pasada, recuerdo tu voz todavía:hablábamos tanto que no es de extrañar. Espero que nos veamos en cualquier momento.
Un beso.
Matilde.