miércoles, 1 de mayo de 2013

Kavafis, el poeta griego


A finales de abril de 2013, el día 29, se cumplían 80 años de la muerte de un poeta, ignorado en vida y valorado ahora como uno de los poetas representativos del siglo XX, de aconsejada lectura por los estudiosos del canon literario. Nos referimos a Konstantinos Kavafis, nacido en 1863 en Alejandría (Egipto), y muertos el mismo día, en la misma ciudad, 70 años después (curiosa coincidencia), y cuya poesía es clara representación del profundo amor a la belleza que sentía y expresaba en ella.

Maestro de maestros como Cernuda y Gil de Biedma, ancla sus raíces poéticas en la vida como viaje, el paso inexorable del tiempo y el erotismo, todo ello en el marco de una ciudad, la suya, Alejandría, a la que nombra en el poema que dedica a Marco Antonio, “Di adiós a Alejandría que se aleja, sobre todo no te engañes, / no digas que fue un sueño…”.  Es un verso que fácilmente reconocemos en la novela de Terenci Moix, del mismo nombre, en la que el escritor describe sus amores con esa exquisita y sensual ciudad de aceites y fragancias embriagadoras, y de una increíble sabiduría atesorada en su Biblioteca, esa añorada Alejandría.
Inspirado en el mito de la vuelta a casa de Ulises, Kavafis nos regala uno de sus poemas más leídos, “Ítaca”, el nombre de esa ciudad a la que se dirige Ulises después de superar los peligros que se oponen a su llegada, esas experiencias que nos acompañan y enriquecen nuestras vidas, representados metafóricamente por los que pasa Ulises, ese lugar hacia el que todos caminamos de vuelta a nuestra patria, a nuestros orígenes, a nuestra verdad profunda.

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. 
Que muchas sean las mañanas de verano 
en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 
a puertos nunca vistos antes. 
Detente en los emporios de Fenicia 
y hazte con hermosas mercancías, 
nácar y coral, ámbar y ébano 
y toda suerte de perfumes sensuales, 
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias 
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente. 
Llegar allí es tu destino. 
Mas no apresures nunca el viaje. 
Mejor que dure muchos años 
y atracar, viejo ya, en la isla, 
enriquecido de cuanto ganaste en el camino 
sin aguardar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje. 
Sin ella no habrías emprendido el camino. 
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado. 
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, 
entenderás ya qué significan las Ítacas.

(C. P. Cavafis. Antología poética. Alianza Editorial, Madrid 1999. Edición y traducción, Pedro Bádenas de la Peña)

El cantautor Lluis Llach, pone música al poema de Kavafis, con ciertas variaciones, pero con un bellísimo sonido al fondo, del movimiento de las olas del mar.
http://youtu.be/B2G4FQby7bM

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