viernes, 23 de marzo de 2012

"QUIERO MI CASA" -repite obsesivamente FERNANDO TEJERO en CINCO METROS CUADRADOS

Foto: E. García de León
Una vez más la Filmoteca de Albacete pone de relieve que nos gusta el cine (de lo que dan fe las largas colas que se organizan ante sus puertas), que el precio es genial (2 euros), que no hay que coger coche ni desplazarse al extrarradio (está en el Altozano) y que además de películas de culto para cinéfilos, se proyectan otras de atractivo general. "Cinco metros cuadrados" que cierra el ciclo de Economía, ha sido proyectada hoy, con la presencia del director Max Lemcke y del actor Fernando Tejero que enseguida han conectado con el público que abarrotaba la sala.
Foto: E. García de León
Cinco metros cuadrados relata la historia de un héroe contemporáneo. Alejandro Valtueña es un hombre que quiere ser feliz y para ello necesita casarse con su novia, tener una familia, trabajo y una casa donde vivir. Para ello se empeña en una hipoteca de una vivienda en construcción, cuya obra se paraliza inexplicablemente y empieza el sinsentido para los propietarios que nunca verán acabada la construcción y que habrán perdido su inversión, sin explicaciones. El tema, absolutamente de actualidad, nos recuerda la novela de Rafael Chirbes, Crematorio, llevada también a la pantalla en una serie en la que se pone de relieve la impunidad de los especuladores. Y no solo ocurre en la literatura y en el cine, el propio actor explica cómo ha conocido casos en su inmersión en el papel, que confirman que la realidad supera a la ficción.
También es real el entorno en el que se rueda, Alicante, un edificio auténtico, una obra paralizada por la crisis. Un constructor convence a un concejal de urbanismo de construir en medio de la nada, pero con vistas al mar. Es un constructor "tóxico" como lo define su director, que se aprovecha de la debilidad codiciosa del concejal y de los pobres incautos que invierten sus ahorros y los de sus familias. Un helicóptero, al comienzo de la película,  nos da una visión del Benidorm explotado al máximo con su proliferación de rascacielos junto al mar, y otro helicóptero al final de la misma, vuelve a ser el observador de la especulación.
Todo este tema es importante en la película, pero lo más profundo e intenso es la lucha del personaje por su dignidad.  Alejandro no puede conseguir su piso pero lucha incansable por su dignidad. Es desesperante ver cómo pasan los meses y se va quedando solo: los demás estafados van acomodándose en pisos de inferior calidad  a los pagados, los suegros ya no soportan la convivencia con la pareja dentro de su casa, su novia Virginia, (Malena Alterio), desencantada, lo abandona cuando pierde el trabajo, después de haber salido de casa de sus padres para acomodarse en una habitación de 5 metros cuadrados en los que se amontona la cama junto a la ducha, a la televisión y al miniestante que hace la función de cocina,  de donde también los echan por falta de pago, y Alejandro empecinado en conseguir su casa, se instala en el piso piloto del edificio donde tiene su propiedad sin construir, sin luz y sin agua pero todavía con su dignidad intacta.
Foto: E. García de León
"Quiero mi casa" es el grito de este personaje, solo y abandonado, que evoluciona desde ese "pobrecito" infeliz, en el momento en que con gran fuerza moral, estampa contra el suelo el móvil de la chica de la inmobiliaria, la enésima persona con la que habla, intentando una cita con el especulador, y en ese momento en que su capacidad de aguante ha llegado al límite, este hombre que no comprende cómo todo el mundo sabe lo que pasa y nadie hace nada, cómo queda impune la estafa, cómo hay en su entorno una ausencia de valores, reviente e inicia un ataque frontal, luchando hasta el final, ya no por su casa sino por su dignidad.
El actor explica una curiosa anécdota del rodaje: cuando recoge el cheque al final, el personaje-Alejandro siente que con él pierde su dignidad, y como solo quería ya demostrar a su novia Virginia que había puesto de rodillas al especulador que había reventado sus vidas, el actor-Fernando escribe en el cheque una nota personal, de Fernando a Malena, que ella desconocía y su sorprendida sonrisa, la de Malena, ilumina el rostro del personaje-Virginia y salva la dignidad del personaje-Alejandro. Esta historia del héroe contemporáneo es lo que más conmueve en la película. 
El tirón de este popular actor, tan querido por el público y tan conocido por sus papeles cómicos televisivos, ha sido un importante leit motiv en esta velada. Amable con todos, se ha fotografiado sin abandonar su sonrisa, ha firmado autógrafos y ha agradecido al público albaceteño la cálida acogida que le ha dispensado.
Foto: E. García de León
Sus jóvenes seguidoras -Marta, Eva, María y Ana- estaban encantadas de posar a su lado, y Fernando también. Sus sonrisas lo muestran. ¡Feliz recuerdo para todos!

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